Me tomó un par de días sentarme a escribir esta entrega. Hace semanas que me cuesta encontrar las palabras para comunicarme con ustedes, para volver a este espacio sintiendo que lo que comparto no solo les aporta y ayuda, sino que también está alineado con mi corazón.
Por eso estoy en silencio en Instagram. Por eso, esta entrega será la último por un tiempo.
El Mundo Que Creamos continúa. Mejor dicho: recién empieza. Pero, luego de veinte meses trabajando en él, estoy escuchando su nuevo llamado, su nuevo pedido. Él y yo necesitamos evolucionar para así continuar acercándonos a quien verdaderamente somos.
Ya no soy la misma Ayelén que comenzó este newsletter o a comunicar por redes. El Mundo Que Creamos ya no es solo un proyecto de comunicación y exploración creativa. Es un servicio, con clientes, que ha sostenido y sostiene más de doce procesos de personas que confiaron en mí y en mi método.
También es una visión: la de una escuela, un espacio seguro donde podamos desarrollarnos –de adentro hacia afuera– y así desarrollar una labor auténtica y alineada en la sociedad, en el tiempo que tenemos para aprender y jugar en esta vida.
Por eso, continuar con el “status quo” de cómo vengo escribiendo, compartiendo contenido y creando este espacio, sin frenar a entender qué estoy sintiendo, se siente opuesto al ethos de lo que busco construir con EMQC. No quiero ofrecerles un servicio más desde el piloto automático solo para ganar dinero y prestigio. Quiero honrar la labor que me siento llamada a hacer, para así poder acompañarlos a honrar la propia.
Con esa intención, quiero compartirles que hace meses estoy en modo experimento, buscando entender dónde quiero quedarme a vivir. En qué entorno quiero seguir explorando el misterio de mi servicio a otros.
Primero fue Alemania, luego Italia para hacer la ciudadanía (lo cual no fue posible)y después decidí ir a estudiar a Barcelona. Apliqué y entré a dos maestrías. Toda esa vuelta para hoy, de nuevo en Berlín, decidir quedarme acá en Alemania y comenzar a profundizar este camino de coherencia interna del que hablo.
Todos estos experimentos, dudas, miedos, burocracia y experiencias también han consumido muchísima de mi energía. Siendo honesta, creo que estoy cercana al burn out. Tengo falta de foco, poca inspiración y mucho cansancio. Mi cuerpo me pide juego. Y como quiero que este trabajo -mi labor- se sienta como un juego, necesito acercarme a él de otra manera.
Por eso quiero tomarme un tiempo fuera de este espacio. Porque si algo se está haciendo carne en mí, es eso: la importancia del tiempo. De permitir que las estaciones pasen, nos transformen, nos hagan ir y venir, tomar decisiones y romperlas, o sostenerlas. Permitir el desorden, en el tiempo. Permitir la confusión, en el tiempo. Darnos tiempo.
Renovar mis votos con Alemania me vuelve a enseñar que las decisiones que vamos tomando no son nada más ni nada menos que un constante retorno a nuestro corazón. Si nos damos el espacio (y el tiempo) para escucharlo. Si la vida también, con sus cambios de planes, nos da la oportunidad de observarnos. Si nos permitimos tenernos paciencia.
Desde ese lugar quiero construir El Mundo Que Creamos. Desde ese lugar quiero acompañar procesos grupales e individuales. Hacer videos, dar clases. Construir una escuela. Desde ese lugar quiero poder guiarte y guiarme. Desde la coherencia interna, desde la escucha a mi Ser completo (cuerpo, corazón, mente y espíritu), desde la calma.
Y sobre todo, desde el misterio. Porque construir una vida fuera de los cánones esperados, que se alinee con las complejidades de quiénes somos y nos permita jugar libremente, nos pide entregarnos al misterio de lo indefinido. El misterio de lo desprolijo. El misterio de lo posible.
¿Cómo puedo acompañar a otros en ese proceso si yo no me permito atravesarlo?

Por eso también necesito frenar con el check-list, con las planificaciones y los hitos. Con el deseo de producir y mostrar los resultados. Me encontré trabajando de manera predecible y, aunque la estructura es muy necesaria para adentrarnos en el misterio (eso es lo que co-creaos en mis programas), puede también convertirse en un dispositivo de control de la realidad. Y a mi realidad no quiero controlarla. Quiero que me transforme, me abra el pecho de par en par, me guíe y me inspire.
Entonces, ¿ahora qué?
Tras bambalinas, sigo acompañando procesos creativos y de transformación junto a los emprendedores que están trabajando conmigo. Sigo recolectando mucho conocimiento de estas experiencias que voy a transformar en nuevas propuestas. ¿Cuándo estarán listas? No lo sé.
También, en junio haré el taller introductorio a Somatic Experiencing para luego comenzar la formación y así, de a poco, convertirme en practicante de ese método. Cómo voy a integrarlo a EMQC todavía no lo sé, pero siento un llamado muy claro y concreto: si se trata de construir nodos creativos de adentro hacia afuera, este es el camino. Retornar al cuerpo y a la sabiduría que espera ser descubierta en las memorias que él acarrea.
Y, en paralelo, obviamente, me toca preparar la aplicación a una nueva visa de largo plazo para asegurar mi estadía en Alemania.
Sobre todo, voy a estar reconectando conmigo. Redescubriéndome en esta relación profunda e íntima que elijo tener con las multitudes que me habitan. Voy a permitirme descansar. Así puedo escuchar atentamente los susurros y los gritos, las peleas y la calma. No sé cómo explicarlo con palabras, pero percibo un cambio de estado muy grande en mí. Algo quedó atrás y algo nuevo está naciendo. Quiero hacerle espacio, darle tiempo y silencio, para que pueda brotar de manera segura.


¿Cómo me siento?
Tranquila. Aterrada. Entusiasmada.
Necesitaba hablar con ustedes. Decirles un poco de lo que me está pasando, aunque todavía el lenguaje no me permita expresar las profundidades de los cambios que estoy sintiendo en mí. Sentía un poco de culpa, una responsabilidad por sostener este espacio. Ese es un poco el desafío de construir algo propio: nosotros somos su “activo” más importante. Todo lo que somos, en nuestra completitud, complejidad y desorden.
Por eso, porque El Mundo Que Creamos es mi sueño y mi realidad, y porque quiero poder brindarles una labor coherente y verdadera, me voy a tomar un tiempo.
Hasta pronto.
Los quiero,
Aye.