¿Qué es el éxito? Parte II
Ansiedad por el propósito, Ikigai, cosmovisión andina y mucha vulnerabilidad en la última entrega del año.
De repente, llegamos a Diciembre.
Este mes marca los primeros tres meses viviendo en Berlín. Este es el período más largo que estuve lejos de Buenos Aires y, tal vez por eso, esta última semana se sintió como un portal hacia una nueva dimensión. Ahora que ya pasé los 90 días de turista, es oficial. Vivo en Alemania.
Como la semana pasada estuve de vacaciones de las clases que brindo para Estados Unidos, mi plan era hacer un retiro creativo y aprovechar que durante los próximos días tengo el gusto de cuidar el hogar de Car (@minicarbono) y a su gatito Tyrion. ¿Qué mejor lugar para planificar el próximo año que en EL refugio creativo por excelencia?
Pero…la vida tenía otros planes.
Los vaivenes emocionales de mis primeras experiencias como inmigrante, emprendedora y ser humano viviendo MUCHAS cosas nuevas tomaron preponderancia. Siguiendo lo que sé sobre experiencia somática, creo que mi cuerpo reconoció este espacio como un lugar seguro para poder procesar todo lo sucedido este último año, más algunos eventos canónicos personales que prefiero no compartir. 😂




Rendirme a la necesidad de frenar y sentir también hizo que reformule esta entrega.
En ella, vamos a terminar nuestra exploración acerca de qué es (o qué puede ser) el éxito. Para eso, en el nivel del Comprender vamos a leer las palabras que Liz Gilbert tiene para decirnos acerca del propósito. Sus ideas nos abren la puerta a explorar dos cosmovisiones no occidentales sobre qué significa vivir una vida “exitosa”, el Ikigai de Japón y el Sumak Kawsay de los pueblos originarios andinos. Por último, te comparto el ejercicio de fin de año que estoy realizando, que integra todo lo aprendido en esta entrega.
Spoiler alert, todos los caminos conducen a exactamente eso que la Vida me pidió esta semana: la presencia, la apreciación y la paciencia.
Divertido, ¿no? (No).
Sin mas preámbulo, te invito a hacerte un té, servirte un vaso con agua y a disfrutar del último newsletter de 2024.
Para explorar el nivel de comprensión, quiero comenzar compartiéndote unas palabras que Liz Gilbert compartió en su última entrevista con Tim Ferriss en su podcast, The Tim Ferriss Show.
Creo que lo que dijo resumen la relación problemática que tenemos con un aspecto clave en nuestra experiencia con el éxito: el propósito.
Esta pequeña palabrita puede generar plenitud y también muchísima presión. Pero como Liz lo explica muchísimo mejor que yo, leamos lo que ella compartió.
La ansiedad por el propósito
En la entrevista, Elizabeth comienza diciendo:
”La historia que a la mayoría de nosotros nos enseñaron: Cada uno de ustedes nace con una oferta única, una chispa especial que es solo suya, y solo ustedes pueden cumplir con esa misión. Es su trabajo descubrir cuál es esa cosa que solo ustedes pueden hacer. Mientras tanto, hay 8 mil millones de personas en el planeta, así que ya hay algo de presión. Y deberían descubrir qué es eso desde muy jóvenes y convertirse en maestros de ello. Para la adolescencia, ya deberían estar dedicándose de lleno a esta identidad y convertirse en los mejores en eso. Y no es suficiente con que sean los mejores en esa cosa, también tienen que monetizarla. Y no basta con monetizarla; asegúrense de que también están creando oportunidades para otros y de que ellos también estén siendo servidos por este propósito. Y si todo esto suena agotador... no se libran ni siquiera al morir, porque también deben dejar un legado y cambiar el mundo. Así que, sin presión.”
Después, ella dice:
"Creo que es algo muy masculino, muy capitalista. Es MUY egocéntrico. TÚ debes hacer esta cosa que solo TÚ puedes hacer y el mundo debe ser alterado, y deben saber que TÚ estuviste aquí. Debes dejar tu marca en el mundo... y creo que el mundo en este punto está diciendo; ‘Desearía que dejaras de marcarme.’ Quizás podríamos tener un poco menos de eso.”
Luego, habla sobre cómo la ansiedad por nuestro propósito es una ansiedad por la escasez que nos mantiene sin presencia:
“Y apenas conozco a alguien que no sufra de ansiedad por el propósito. Es ansiedad por la escasez. Están despiertos por la noche preguntándose si han hecho lo suficiente, si han hecho lo correcto, si han dejado suficiente legado. Es una teología que te va a dejar insatisfecho porque nunca sabrás si realmente lo lograste.”
“¿Y cuál sería el opuesto de una vida impulsada por un propósito? Creo que una vida de presencia. La vida enfocada en el propósito está completamente enfocada en el futuro, constantemente. Y no creo que haya manera de vivir una vida relajada, verdaderamente rica y significativa si estás constantemente preocupado por tu maldito legado. Mientras tanto, el mundo está sucediendo, estás en él y te lo estás perdiendo.”
Increíble, ¿no? Si querés escuchar su entrevista completa (en inglés) podés hacerlo acá.
Más allá de Occidente
Presión, escasez, masculinidad, capitalismo y falta de presencia.
Escucharla a Liz me hace preguntarme algunas cosas: ¿qué aprendí sobre la presión en un sistema principalmente masculino y capitalista como lo es el Occidental? ¿Qué aprendí sobre la presencia? ¿Cuánto de mi relación con el éxito viene de mi cultura?
Y la pregunta más importante: ¿puedo aprender una nueva manera de relacionarme con estos elementos si miro a otras culturas y filosofías?
Para responderme a la última pregunta, me lancé a la exploración de dos cosmovisiones no occidentales. La primera, la noción japonesa del Ikigai, un concepto que se puso “de moda” de este lado del mundo pero, descubrí, nada tiene que ver con lo que nos enseñaron sobre él.
La segunda cosmovisión es la del los pueblos originarios andinos, conocido como Sumak Kawsay. Esta visión está ayudándome muchísimo en mi proceso terapéutico y quiero compartirla con ustedes.


Japón: Ikigai
Hace algunos años el concepto de Ikigai se puso de moda en la cultura Occidental. ¿Lo conocés? Se ve más o menos así.

Los cuatro componentes de Ikigai se reflejan a partir de cuatro preguntas centrales:
¿Estás haciendo algo que amás?
¿Estás haciendo algo que necesita el mundo?
¿Estás haciendo algo para lo que sos bueno/a?
¿Estás haciendo algo por lo que te puedan pagar?
La equivocación ocurre cuando, desde nuestra perspectiva productiva, decimos que la única manera de alcanzar Ikigai y la felicidad plena es si cumplimos estos cuatros aspectos. Un poquito exigente, ¿no?
Esta forma propósito-céntrica de entender el concepto de Ikigai es útil para emprender, pero no para sanar nuestra relación con el éxito, la cual sostiene nuestra motivación cuando emprendemos.
Entonces, ¿qué es Ikigai?
Si nos remitimos al origen de la palabra Ikigai, que surgió en el período Heian en Japón hace aproximadamente 1500 años, encontramos que kai se utilizaba para definir valor e iki viene del verbo ikiru que significa “daily living” or “la vivencia diaria”.
Mieko Kamiya fue una psiquiatra, médica y traductora japonesa que escribió el libro Ikigai ni Tsuite (On the Meaning of Life). En él, habla de que podemos tener fuentes de ikigai en nuestra vida, es decir, fuentes que le dan sentido a nuestra existencia y que también podemos llamar ikigai al estado mental y emocional que experimentamos como consecuencia de esas fuentes.
El investigador Akihiro Hasegawa utilizó la definición de Mieko y construyó un framework que visualiza los elementos constituyentes del ikigai.
¿Qué aprendo de esto?
El concepto de Ikigai poco tiene que ver con la versión occidental que conocimos. Esta versión pareciera estar inspirada por una cosmovisión del humano como máquina productiva, como un ser viviendo una vida sólo dirigida por un propósito futuro, que por la verdadera esencia del concepto.
En base al trabajo de estos teóricos japoneses, podemos decir que vivir nuestro Ikigai se basa en cultivar nuestra consciencia plena respecto a aquello que ya existe en nuestra vida y que queremos seguir nutriendo y evolucionando. Pareciera que no hay una “meta” lejana sino que el punto de partida y de llegada es el mismo, lo que ya existe y lo que ya es. La presencia con eso que forma parte de nuestra vida es la atención que multiplica su impacto y nuestras emociones, creando la sensación de Ikigai y en el aquí y ahora.
Pueblos originarios andinos: el Buen Vivir o Sumak Kawsay
En el camino que estoy transitando, uno de los espacios que está ayudándome a redefinir y construir mi propia definición de éxito es mi espacio de terapia. Mi psicóloga fue quien me hizo conocer el Sumak Kawsay, la cosmovisión andina del Buen Vivir.
Una cosmovisión es “la forma en que una población percibe el cosmos y el mundo que la rodea; incluye las relaciones entre el mundo humano, el mundo natural y el mundo espiritual, y es la base sobre la cual la gente se organiza, se relaciona entre sí, con la Naturaleza y con las fuerzas sobrenaturales.” (Van ‘tHooft, 2004).
Para los pueblos originarios andinos, el ambiente natural es indisoluble de sus elementos, dentro de los cuales se encuentra el ser humano. El objetivo es alcanzar la coexistencia armónica entre todas las formas de vida.
En concordancia con su visión de no-separación, para el Sumak Kawsay el mundo está compuesto por tres espacios o planos independientes e interrelacionados (Uku pacha, Kay pacha y Hanan pacha). El futuro, el presente y el pasado no se entienden de manera lineal (como lo hacemos nosotros) sino como un mundo tridimensional donde se puede acceder a cualquiera de ellos, en cualquier momento.
Este aspecto de la cosmovisión andina es el que más ha llamado mi atención y, francamente, más me está ayudando a construir la vida que deseo. Porque para el Buen Vivir, el tiempo es circular, no lineal e irreversible como para los occidentales. El presente se recrea y renueva al incluir el pasado y, a la vez, es capaz de saber cómo se va a presentar el futuro. La división entre pasado, presente y futuro es inexistente ya que el presente los contiene a ambos.
Para los pueblos originarios andinos, el valor fundamental es la unidad entre todos elementos. Ya sea los espacios-temporales o lo que compone al ambiente y la Naturaleza. Nada está separado, todo está unido y todos evolucionamos. Esa evolución es la razón de nuestra vida.
¿Qué aprendo de esto?
El nombre de esta visión (”Sumak Kawsay”) expresa la idea de una vida no mejor, ni mejor que la de otros, ni en continuo apremio por mejorarla, sino simplemente buena y unificada en todos sus aspectos.
El concepto de unidad, en mi vida, mis tiempos, mis relaciones y mi ambiente, rompe con la carrera hacia un estado futuro y separado de mí. De esa manera veo cómo sigue modificando mi noción de éxito y la manera en que trabajo para conseguirlo.
El primer elemento “unificado” de esta red soy yo. Mis partes, mi energía, mis acciones, mis intenciones. Cada vez más puedo sentir cuando se rompe la coherencia en la “unidad de sentido” (como decimos en Coaching Ontológico) dentro mío y, sin excepción, eso repercute en desencuentros y cortocircuitos alrededor mío, en esa realidad que co-creo y de la que estoy indivisiblemente conectada.
Un momento antes de pasar a la acción
La concepción que tenemos del éxito está formada por variables inextricablemente relacionadas a nuestra identidad. Dónde nacimos, la cultura a la que pertenecemos, la familia en la que crecimos, los amigos que tuvimos o tenemos y los mensajes que recibimos en los lugares donde nos formamos.
Por eso, aunque podamos leer sobre nuevas filosofías y definiciones, la transformación no sucede de manera lineal.
En mi experiencia, reescribir la película que había formado en mi cabeza alrededor del éxito está siendo desorientador. Un proceso que aparentaba tener pasos claros hoy se volvió más exploratorio e indefinido.
Aunque lógicamente puedas comprender estos nuevos conceptos, integrarlos a la forma en que vivís va a llevar tiempo, tropiezos y mucha experimentación.
Por eso, antes de pasar al Actuar, te invito a reflexionar sobre lo que leíste hasta ahora. Recordando que no se trata de reemplazar una exigencia por otra (”ahora el éxito tiene que verse ASÍ”) sino de animarnos a romper estructuras para construir la versión de éxito que más se alinee a quién verdaderamente somos.
Cuando comencé a escribir este último newsletter del año, creí que en esta sección iba a compartirte ejercicios creativos para analizar el año que termina y planificar el que comienza. Pero, luego de los aprendizajes que viví estas últimas semanas, quiero regalarte una versión modificada, la versión que hoy necesito y espero te sea también funcional a vos.
Desde que llegué a mi nueva ciudad, me reencontré con una ansiedad que no sentía hace muchos años. De repente, tanta novedad e inestabilidad despertaron en mí una gran necesidad por estabilidad, claridad y consistencia. Heridas muy tempranas alrededor de lo indefinido, la volatilidad emocional y la incertidumbre están saliendo a la luz y, para escapar de ese dolor, siento el impulso de apurar mis procesos.




Esta prisa genera mucha presión en mí, evita mi capacidad para apreciar lo que acontece en el presente (Ikigai) y rompe con mi unidad interior, dejándome con la sensación de no tener poder sobre lo que mi presente recrea y construye junto a mi pasado y mi futuro (Sumak Kawsay).
Todo esto me hizo pensar en cuán fácil el deseo de éxito en diferentes ámbitos de nuestra vida nos impulsa a enfocarnos más en las acciones que tenemos que llevar a cabo que en el ritmo y el tiempo que esas acciones necesitan.
Ejercicio de cierre y apertura de año
Este ejercicio lo estoy haciendo despacio, durante las últimas semanas de Diciembre. Originalmente quería hacerlo en uno o dos días, hasta que me di cuenta lo irónico de estar apurando un ejercicio de contemplación de mis propios ritmos. 😂
Te invito a tomar una pausa para reflexionar sobre lo que lograste en 2024 y también sobre cómo lo llevaste a cabo. El éxito no se trata sólo de nuestros resultados -como vimos en todo lo que explorado en el anterior newsletter y este- sino del ritmo, el momento y la alineación de nuestras acciones.
Paso 1: recuerdos, ritmo y reflexión
Dibujá una línea de tiempo que se expanda desde Enero hasta Diciembre.
Mes a mes, anotá recuerdos, eventos y/o momentos importantes que hayan sucedido. Yo uso el archivo de mis historias de Instagram y las fotos en mi celular como registro.
Valorá cada momento dependiendo de cómo te sentiste atravesándolo: bien, mal o neutral.
Luego, analizá la cantidad de cosas que sucedieron.
¿Hubieron meses más intensos qué otros?
¿Cómo te sentiste con esa carga de actividades o eventos?
¿Hay algún mes donde sientas que la vida no se alineó con tus ritmos naturales?
¿Encontrás momentos de pausa, reflexión y ajuste durante tu año o en general fuiste en piloto automático?
Paso 2: cosechar aprendizajes
Una vez que podes visualizar “todo tu año” y responderte estas preguntas, ¿qué aprendizajes querés cosechar que te acompañen en 2025?
Yo lo resumo en “yes patterns” y “no patterns”. Qué cosas quiero crear o continuar y qué quiero eliminar de la forma en que estoy tomando decisiones o viviendo mi vida.
Una vez que tengo en claro los patrones, completo un “assessment” de diferentes áreas de mi vida: carrera, relación conmigo misma, amistades, relaciones románticas, creatividad, juego y placer, finanzas y salud. Vos podés elegir las áreas que más importancia tengan para vos.
Califico mi nivel de “satisfacción” en cada área con porcentaje para encontrar cuáles son las que más atención e intención necesitan en este momento de mi vida y en cuáles ya siento un ritmo consistente.
Paso 3: horizontes y esfuerzo
En este paso ya vas a tener un foco más pequeño de acción: las áreas donde percibís que necesitás cuidar y desarrollar más.
Te invito a pensar acciones concretas (cuando digo concretas, me refiero a medibles o identificables de alguna manera) que te acerquen al estado deseado en ese área.
Por ejemplo, una de las áreas que necesitan mayor intención en mi vida es el juego y el placer. Un estado deseado para mí es que el juego y el placer esté integrado a mi día a día, ya sea porque hago una actividad semanal o quincenal que es puro juego o porque también pude integrarlo a mi trabajo. Otro estado deseado es vivir experiencias nuevas por lo menos una vez por mes. Los comportamientos que pueden generar estos estados son: usar el dinero no sólo para el ahorro o lo “necesario” sino también para el disfrute. Buscar y anotarme a un evento mensual. Hacer clases de baile cada 15 días. Ir a fiestas con amigos.
Podés hacer esto con cada área en la que quieras enfocarte en el nuevo año.
Paso 4: sin propósito, con presencia y unidad
Finalmente, es importante que integremos todo lo que exploramos y aprendimos en esta entrega, ¿no?
Porque generar metas para el nuevo año puede llevarnos rápidamente a la ansiedad de propósito de la que habla Liz Gilbert, donde nuestro foco está siempre en el futuro, restando presencia a nuestro accionar y, en consecuencia, a toda nuestra vida.
Por eso, basándonos en las cosmovisiones no occidentales del éxito, te invito a finalizar este ejercicio observando las acciones y estados deseados que diseñaste para las áreas prioritarias de tu vida y preguntarte:
Basándonos en Ikigai
¿Qué recursos, experiencias, relaciones o oportunidades ya existen en mi vida y se alinean con el estado al que quiero evolucionar?
¿Cómo puedo apreciarlas con mayor intención y presencia en mi día a día?
¿Qué acciones puedo integrar a “mi plan” para priorizar la reflexión, la pausa y el ajuste de mis expectativas?
Basándonos en Sumak Kawsay
Recordando cómo esta filosofía tiene como valor fundamental la no-división y la unificación de todos los elementos que nos componen y componen nuestro mundo, te invito a ser radicalmente honesta con vos misma/o.
La unificación comienza desde adentro y, si no actuamos con coherencia, la desintegración entre nuestras expectativas y la realidad se mantiene constante.
Observando las acciones y estados deseados que diseñaste para las áreas de tu vida en las que querés enfocarte en este nuevo año, preguntate:
¿De qué manera podría apurarme a concretar estas acciones?
¿Qué podría obstaculizar mi intención de hacerlo a un ritmo pausado y sustentable?
Una vez que reconozcas la posible intención de accionar con prisa, es el momento de indagar por qué sentís la necesidad de ir rápido. Con total honestidad, respondé:
¿De dónde proviene mi necesidad de generar estabilidad rápidamente?
¿Qué busco obviar de mi proceso? ¿Qué me incomoda de ir más lento?
Espero que esta honestidad te permita cultivar mayor coherencia entre tus necesidades, deseos y acciones para que en este nuevo año tu unidad se mantenga unificada y conectada con el todo y la suma de sus partes.
Hasta el próximo año
2024 ha sido el año más transformador de mi edad adulta. Lo comencé sin ninguna intención de emigrar a otro continente, terminar mi relación de cuatro años o convertir mis pasiones en un negocio y organización en proceso.
Las decisiones que tomé este año fueron el resultado de darme el tiempo y el espacio para escucharme y escuchar los mensajes que la vida fue dejando como pistas a cada paso.
Las áreas que quiero explorar y nutrir el próximo año son el reflejo de lo que ya estoy haciendo en mi vida, sólo que hasta ahora lo hice sin darme cuenta qué deseos estaban operando debajo de mis movimientos. Es un placer y también una gran responsabilidad tener consciencia no sólo de lo que quiero prevenir sino de lo que quiero promover en esta existencia que me fue brindada.
Explorar cosmovisiones que rompen con la visión productiva occidental, me recuerda que promover se trata más de cultivar lo que ya existe que de continuar luchando por conseguir y acumular más de lo que necesito. El éxito se trata de presenciar y dar espacio. De mirar a los ojos a los monstruos y también al sol. De ir para dentro e ir para afuera. De reconocerme sola y también acompañada.
Gracias por acompañarme en el primer año de este newsletter. Este espacio fue mi refugio creativo, el lugar donde pude darle sentido a todo lo que estaba atravesando. Un rincón donde apreciar mis aprendizajes y experiencias, transformándolos en mensajes que, espero, te hayan acompañado y, tal vez, inspirado a repensar el mundo que creamos.
Nos vemos el año que viene, tal vez con otro formato, lo descubriré en las próximas semanas. Te regalo un poema de una de mis poetas preferidas, que me hace reflexionar sobre el éxito y, como dice ella, con qué hacer con la salvaje y preciosa vida que me regalaron.
Acá podés leer la versión en español.
Gracias por este años juntos,
Aye.