Fantasía y realidad: la gran tensión creativa
Para hacerlo, primero tenemos que soñarlo. Pero para que exista, definitivamente tenemos que hacerlo.
→ Tema de hoy
Cultivar la constancia y concretar: materializar visiones, acciones incrementales y el rol de la fantasía.
→ Tiempo de lectura
15 minutos
Hola, ¿cómo estás? ¿Cómo fue tu Mayo?
Le damos la bienvenida a Junio y yo le doy la bienvenida al último mes completo que voy a pasar en Buenos Aires.
Como estoy cumpliendo uno de mis sueños más grandes al irme a vivir a otro país, me pareció que era una buena oportunidad explorar qué sucede con la fantasía y la realidad en el proceso creativo.
Por eso, en esta entrega quiero contarte mi historia con la fantasía, cómo el diseño la transformó y compartirte conceptos, ideas y herramientas que te ayuden a cerrar la brecha entre tus visiones y tu realidad.
Porque para hacerlo, primero tenemos que soñarlo. Pero para que exista, definitivamente tenemos que hacerlo.
Que lo disfrutes.
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Barbie, una mansión y la fantasía
Cuando era chica, mis papás me regalaron la mansión de Barbie. Recuerdo la felicidad que sentí al encontrarla entre los regalos de Navidad.
Ya tenía el auto descapotable, el sillón inflable y más de veinte muñecas. Todo lo que necesitaba para crear un mundo en miniatura.
Aún así, no lo hacía. Jugar con Barbies me aburría muchísimo.
En mi infancia casi no jugué con juguetes.
En su lugar, elegía la fantasía. Me encerraba en mi cuarto y hablaba sola. Actuaba. Cantaba. Practicaba inglés.
Imaginaba una vida diferente a la que tenía: vivía en otro país (¿les suena?), hablaba en otro idioma (¿les suena?), era una popstar y actriz exitosa (larga historia que se resume en: tengo Sol en Leo) y, lo más importante, sentía el placer de poder estar viviendo una vida en mis propios términos. Independiente. Tranquila. Satisfactoria.
Me gustaría poder decir que este juego terminó a mis 10 años. Pero no fue así. Seguí fantaseando por muchos años más.
Ya no jugaba a ser una popstar sino a imaginar escenarios diferentes a la realidad que estaba viviendo. Escenarios que pudieran sacarme de donde estaba, ya que a veces cómo me sentía era difícil de sostener.
El doble filo de la fantasía
Hay un lado B en esta danza con mis visiones… y es que es bastante adictiva.
Tener la capacidad de ver tan claramente los diferentes caminos posibles y sus pasos me ha llevado a sentir que lo que sueño ya existe. Dentro de mi cuarto o mi cabeza todo ya es real y ordenado… ¿Por qué salir al caos del mundo exterior para materializarlo?
No sólo eso, sino que de la misma manera que el poder de mi imaginación puede llevarme a la parálisis, también puede llevarme a la ansiedad.
Mi capacidad para ver escenarios posibles crea, bueno, escenarios posibles. Es así cómo la fantasía también me lleva a catastrofizar y a la ansiedad que viene aparejada.
Pero de todos los lados B que tiene la fantasía, el que tal vez más me ha afectado y más me ha motivado a repensar mi relación con la imaginación es la pérdida de presencia que conlleva fantasear.
Mi mente se vuelve un escape para no habitarme. No habitar mi espacio, mi cuerpo y mi deseo. Un escape para no adentrarme en la vida, en su caos, y en mi desordenada humanidad.
Adiós, mundo de las ideas
Estudiar diseño fue mi primer paso fuera del cómodo mundo de las ideas.
Elegí estudiarlo porque no quería quedarme siendo buena “sólo en lo teórico”, como lo era en el colegio. Quería aprender a hacer, completar el círculo. Sentía que sólo con la teoría, la vida me quedaba a medio camino.
Aún así, los primeros años de universidad fueron muy difíciles.
Los profesores nos daban consignas oscuras, intencionalmente poco claras. No explicaban qué era lo correcto o incorrecto sino que nos incentivaban a develarlo por nosotros mismos, a través de la prueba y el error.
Me llevó dos años de universidad darme cuenta que la manera en que se aprende la creatividad (y por ende, el diseño) es haciendo, probando y descubriendo.
Para alguien que pasó 13 años lectivos encontrando su valor en poder entender ideas y conceptos, fue un período muy difícil y también, muy muy muy necesario.
Cómo me transformó el diseño
El llamado a hacer de mis clases de diseño fue impactando mi vida afuera del aula.
Comenzar a experimentar creativamente logró algo que no esperaba… en la exploración, la fantasía se volvió cada vez menos necesaria.
El diseño es el proceso por el cual un propósito se traduce en una forma.
Milton Glaser
El diseño me permite integrar la fantasía con la realidad porque la acción de proyectar conlleva un proceso activo para imaginar nuestras metas y un proceso activo para materializar esos objetivos.
En las ciencias del diseño, así como en nuestra vida, las soluciones se construyen a través de la propia experiencia. El orden de los pasos, su relación entre ellos y su lógica no se pueden planificar o idear desde la fantasía. Emergen desde la experimentación y se comprueban en nuestras vivencias.
Es así como el proceso de diseño me ayuda a crear espacio para aquello que en la fantasía no existe: la sorpresa.
La sorpresa es, para mí, el punto donde la fantasía y la realidad se reconcilian.
Cuando algo me sorprende, me sorprende desde lo concreto y, a la vez, evoca sentimientos que parecen inverosímiles. De ahí vendrá llamar a lo extraordinario, “increíble”.
El diseño me enseñó que lo increíble sucede en el proceso, no en el resultado.
Y el proceso sucede en la realidad, no en la fantasía.
Hay taaantas teorías e ideas que podría compartirte para comprender mejor la danza entre la fantasía y la realidad.
Por ahora, decidí limitarme a dos conceptos: qué es la tensión creativa (y cómo es una oportunidad más que un obstáculo) y qué es el sesgo de acción, algo que tenemos que tener en cuenta si queremos hacer de manera consciente y efectiva.
Tensión creativa: donde la oportunidad duerme
La fantasía y la realidad construyen una relación que crea una tensión constante.
¿Cómo funcionan las tensiones?
Historias como la de Harry y Sally, Floricienta y Fritzenwalden o Eric y Adam de Sex Education, nos lo explican una y otra vez con el famoso adagio: “los opuestos se atraen”.
En la creatividad, como en el amor, sucede algo parecido.



La tensión que existe entre aparentes “opuestos” como la fantasía y la realidad puede ser incómoda. Por eso muchas veces la rechazamos y tratamos de eliminarla de nuestros proyectos o de nuestros equipos.
Pero la tensión es en realidad una gran oportunidad creativa.
Aprender a integrar fuerzas opuestas nos lleva a la construcción de espectros muchos más amplios de exploración, donde podemos crear pequeñas islas de coherencia.
Cuando nos inclinamos hacia la tensión en lugar de escaparnos de ella, podemos encontrar nuevas soluciones, construir nuevas relaciones y quién te dice, tal vez una gran historia de amor.
El espacio entre la fantasía y la realidad
En su libro, La Quinta Disciplina, Peter Senge describe la tensión creativa como el espacio entre nuestra visión y la realidad. Dice que ese espacio puede parecer poco realista y terminar por desanimarnos o hacernos sentir desesperanzados.
Al mismo tiempo, ese espacio es también una fuente de energía.
Lo que sucede, Peter explica, es que tendemos a confundir la tensión creativa con la tensión emocional. Es decir, creemos que los sentimientos de ansiedad, desesperanza o miedo que aparecen a raíz del espacio entre nuestra visión y la realidad, son resultado del proceso creativo. En esos momentos, achicamos nuestra visión para calmar nuestro sistema.
Aprender esto me ayudó a poder distinguir entre la necesaria tensión creativa y la desafiante tensión emocional.
Necesitamos tener en cuenta las dos tensiones
Volviendo a mi experiencia en la universidad de Diseño, esa es tal vez la mayor ausencia que veo en las experiencias educativas.
La falta de atención en los procesos emocionales y somáticos que atravesamos trae consecuencias directas en los procesos de trabajo de los equipos y de las personas creativas en general.
De este vacío nace El Mundo Que Creamos (😉). Porque las acciones que hagamos necesitan sostenerse en nuestra sensación de seguridad y nuestra capacidad para sostener la incertidumbre. Sin un lugar seguro desde donde accionar, es difícil hacerlo.
Pero, ¿cómo y cuándo tenemos que accionar?
Sesgo de acción: ¿sí o no?
La fantasía se reconcilia con la realidad a través de la acción. Como exploramos en el nivel del Ser, es tal vez por eso que quedarnos en la fantasía es tan atractivo. Accionar es arriesgarnos. Arriesgarnos es ser vulnerables.
Aún así, dos cosas son ciertas:
→ Accionar por accionar puede llevarnos a problemas.
→ Para saber si una idea funciona, hay que accionar lo antes posible.
¿Entonces?
Para poder resolver esta tensión nuestras acciones tienen que ser incrementales. De esta manera, la fantasía y la realidad comienzan a relacionarse a través de una danza constante. La teoría y la práctica construyen así un círculo virtuoso.
¿Qué es el sesgo de acción?
En los años 2000, los académicos Anthony Patt y Richard Zeckhauser exploraron teórica y empíricamente lo que hoy llamamos sesgo de acción.
El sesgo de acción describe nuestra tendencia irracional a favorecer la acción sobre la inacción, aún cuando no tenemos evidencia que accionar tendrá mejores resultados que mantenernos inactivos.
Un ejemplo clásico es lo que sucede con los arqueros. Durante los penales, la mayoría elige tirarse a la izquierda o la derecha, cuando está estadísticamente comprobado que tienen más chances de atajar la pelota si se quedan en el centro, quietos.
¿Por qué sucede esto?
Porque nuestro instinto de hacer algo se siente mejor que no hacer nada.
El problema con el sesgo de acción
Priorizar la acción sobre la inacción, puede llevarnos a a tomar decisiones apresuradas y, por ende, conclusiones apresuradas.
Trabajando con equipos, veo esto continuamente. Frente a cada desafío o problema sentimos que tenemos que hacer algo rápidamente para cerrar el gap entre nuestra visión y la realidad.
Eso a veces nos lleva a no detenernos a pensar si el problema que queremos resolver es el correcto, si estamos viendo la data apropiada o si necesitamos más información antes de actuar.
Cuando actuamos de esta manera, terminamos alargando el proceso creativo, enredándonos en acciones que carecen de sentido y, eventualmente, volviendo al principio.
Por eso, espero que conocer qué es el sesgo de acción te recuerde la importancia del equilibrio: hacé y actuá lo antes posible pero con la consciencia e información necesaria para que esa acción se vuelva asertiva y no compulsiva o dañina.
Para concluir este newsletter, quiero dejarte una historia y una herramienta para convertir tus visiones en realidad.
Cómo Netflix convirtió la ficción en realidad a través de la acción incremental
Cuando Marc Randolph y Reed Hastings tuvieron la idea de Netflix, la primera versión del negocio giraba entorno el alquiler de DVD’s a domicilio. En su mente -en la fantasía-, la idea sonaba bien y plausible. Pero lo más admirable de estos fundadores no fue tener esa idea. Sino lo rápido y barato que la contrastaron con la realidad.
Lo que Marc y Reed se dieron cuenta era que si los DVD’s no podían ser enviados por correo (llegaban rotos, rayados o se perdían en el camino), entonces el negocio no podría funcionar. Por eso, antes de pensar un nombre, crear una página web, contratar un equipo o cualquier otra acción que requiera mucho esfuerzo, decidieron probar si podían enviar un DVD por correo.
En esa época (1997), los DVD’s no eran de consumo masivo todavía. Lo único que pudieron conseguir fue un CD. Lo metieron en un sobre y lo enviaron a una de sus casas. Luego de un par de días, llegó intacto.
Con esa pequeña acción, pudieron comenzar a contrastar la fantasía con al realidad.
El resto, es historia.
Una herramienta para elegir por qué acción comenzar a materializar
Uno de los desafíos más comunes al comenzar a concretar nuestras visiones es elegir por donde empezar. Generalmente pensar en todo lo que queremos hacer nos abruma y nos paraliza.
Una técnica muy simple que uso en la mayoría de mis proyectos es la matriz de evaluación, diseñada por Bjørn Andersen, Tom Fagerhaug, y Marti Beltz en 2009.
Para contarte cómo se usa, voy a usar como ejemplo el desarrollo de El Mundo Que Creamos, el cual vengo haciendo de manera incremental.
→ Primero necesitamos anotar todas nuestras ideas.
→ Luego, definimos criterios de evaluación para armar nuestra matriz. En este ejemplo, voy a usar las más comunes: esfuerzo e impacto.
El impacto tiene que ser definido por vos: ¿qué considerás impacto? Seguro la definición cambie en cada etapa de tu proyecto. Para este momento de EMQC, impacto significa construcción de comunidad y alcance. Esfuerzo, por otro lado, significa dinero, tiempo o recursos.
→ Así, podemos ver a qué cuadrante pertenece cada idea. Lo recomendable es comenzar a desarrollar las ideas que se encuentran en el primer cuadrante (esfuerzo bajo y alto impacto). Luego, podemos ir por las de bajo impacto y bajo esfuerzo o, dependiendo de nuestra visión estratégica, las de mayor esfuerzo pero mayor impacto.
Con este simple ejercicio, podés ordenar y elegir tus ideas para encontrar tus acciones incrementales que irán construyendo la totalidad de tu visión y, de a poquito, uniendo tu fantasía con tu realidad.
Estaba equivocada
Al principio de esta entrega, te conté que con el correr de los años, la fantasía dejó de ser un juego para convertirse en un mecanismo de escape. Escape de situaciones y entornos que cuando era más chica no sabía como atravesar sin la contención emocional que necesitaba.
Este mes, mientras escribía este newsletter, comencé a leer un libro sobre autosabotaje: The Mountain is You (La montaña eres tú) de Brianna Wiest.
En el capítulo donde habla sobre liberarnos del pasado, dice:
“Nos quedamos mentalmente atrapados en los lugares de los que todavía anhelamos una experiencia. Lo que no nos damos cuenta es que tenemos que liberarnos de ello para poder avanzar y crear esa experiencia en tiempo real. (...) En lugar de anhelar lo que no obtuvimos entonces, tenemos que liberarnos del pasado y comenzar a poner nuestra energía en construir esa experiencia ahora mismo.”
Al leer esto, me di cuenta que estaba equivocada.
Creí que mi tendencia a refugiarme en la fantasía era producto de haberme habituado a ir ahí mientras crecía, para protegerme. Pero releyendo las palabras de Brianna, me doy cuenta que me pasé muchos años fantaseando sobre la vida que estoy construyendo porque ignoraba el mensaje que esos sueños querían mostrarme.
Cada uno de mis anhelos había nacido desde un dolor, una ausencia, algo que necesité y no obtuve. Por eso mi mente y mi cuerpo volvían continuamente a esas memorias y creaban escenarios donde la aflicción cesaba, por arte de magia, de un momento a otro.
Hoy comencé a reconectar con esos anhelos (y ese dolor), a seguir su hilo dorado hasta la raíz de donde comenzaron, para compartirle a mi niñx interior una nueva narrativa y contarle que hoy podemos darnos eso que necesitamos.
Por eso, más allá de las herramientas y teorías que te compartí, espero que de esta entrega te lleves esto:
Reconciliar la tensión entre la fantasía y la realidad no se trata de dejar de soñar. Sino de ser más curiosos con los mensajes que nuestros sueños traen consigo, tener el valor de ir hacia donde duele y finalmente brindarnos aquello que alguna vez necesitamos, creándolo nosotros.
Gracias por estar ahí,
Aye.
¡Gracias por formar parte de este mundo!
Me encantaría saber cómo llegaste a El Mundo Que Creamos y qué te motivó a suscribirte a este newsletter.