El drama que creamos
El trabajo interno no termina una vez que logramos cultivar la confianza para crear el mundo que deseamos. Porque cuando comenzamos a hacerlo, aparece el drama que creamos.
→ Tema de hoy
Animarse a hacer: creencias limitantes, sesgo de negatividad, historias que nos contamos.
→ Tiempo de lectura
10 minutos
Hola, ¿cómo estás?
Llegó el mes de Julio.
Mes de mi cumpleaños número 30 (!!!), mes en el que viajo a África y último mes viviendo en Buenos Aires… Por suerte va a ser un mes muy tranquilo, ¿no? 🤪


Tranquilo o no, espero que sea un Julio muy disfrutable.
Es por eso que el newsletter de este mes se trata de las historias que nos contamos que nos impiden animarnos a hacer y/o disfrutar del proceso. También llamadas, el drama que creamos.
El nombre de esta entrega surgió mientras charlaba con mis amigos (y profesores de canto de Full Vocal Range) Emi Fegger y Esmeralda Ruffini.
Cada vez que me escuchaban crear complicaciones donde no existían, Emi me interrumpía con un “ahí va de nuevo, el drama que creamos.”
Me pareció una forma perfecta para resumir lo que hago cuando, con el objetivo de confirmar las historias que me cuento, elijo situaciones que requieren un esfuerzo desmedido, me quedo donde las cosas no fluyen o me enredo, sumándole peso y neurosis a mis experiencias.
¿Te identificás con esto? ¿Lo experimentás?
Si sabés de que hablo, te invito a hacerte un té y regalarte diez minutos de lectura.
En esta entrega, voy a contarte cómo esta creencia limitante (”para que las cosas sean valiosas, deben ser difíciles”) opera en mí y qué me ayuda a trascenderla. También voy a compartirte la verdadera definición de problema, qué es el sesgo de negatividad y cómo nos afecta, y tres herramientas para que puedas ir soltando el drama, dándole mayor lugar al disfrute en tu proceso creativo.
Si te reenviaron este newsletter, podés suscribirte acá 👇🏻
Hace un tiempo leí que la creatividad es un acto esencialmente optimista.
Es obvio, ¿no? El acto de crear y/o innovar comienza inevitablemente desde la creencia de que un estado deseado es posible… y que nosotros somos capaces de crearlo.
Desde que tengo memoria, he sido una persona optimista. Eso no significa que ignoro las dificultades que existen y el dolor que presenciamos en nuestra propia vida y en muchos rincones de este mundo. Significa que en medio de todo eso, siempre creí -y sigo creyendo- que el cambio hacia algo mejor es posible.
Pero recientemente me di cuenta que el optimismo, por sí sólo, no es suficiente.
Porque podemos creer que mejorar es plausible y hasta podemos tener la confianza de que nosotros somos capaces de hacerlo. Y al mismo tiempo, podemos estar convencidxs que el camino a ese estado deseado tiene que ser un camino difícil, poblado de complicaciones y de sufrimiento.
Es así cómo el trabajo interno no termina una vez que logramos cultivar la confianza para crear el mundo que deseamos. Porque cuando comenzamos a hacerlo, aparece el drama que creamos.
La negatividad… ¿nos protege?
Cada vez que le cuento a alguien que me mudo a Berlín, se me cierra un poco el estómago.
Pero todavía no tenés la visa, ¿cómo podés declararlo como si ya fuese un hecho?
Algo parecido me sucede cuando hablo de EMQC como mi empresa en vez de llamarlo mi proyecto. Que todavía no tengo un equipo, que recién estoy empezando… ¡que ni siquiera abrí los servicios al público!
Tantos “motivos” aparecen para sembrar dudas en mí.
¿Te pasó alguna vez?
Es como si existiesen dos energías dentro mío. Una que me empuja hacia adelante y otra que tironea a cada paso para mantenerme en mi lugar.
Para mí, el drama que creamos tiene ese objetivo. Retenernos en lo que conocemos, en la recursividad de lo familiar, aunque lo familiar ya no sea lo que queremos.
¿Por qué nos hacemos esto?
El conocimiento que hoy tenemos sobre nuestro sistema nervioso nos indica que lo hacemos para protegernos. En la sección de Comprender vamos a explorar cómo esto funciona.
Más allá de la ciencia que hoy existe para corroborarlo, hoy puedo confirmarlo gracias a lo que estoy transitando.
Por ejemplo, esta mañana me levanté con el autoestima baja. Preocupada por mis decisiones profesionales y por todo lo que quiero desarrollar para poder llevar a EMQC a otro nivel.
En muchos sentidos, este es el momento más emocionante de mi vida. Aún así, con cada paso que doy hacia mi expansión, aparecen miedos profundamente arraigados. Porque lo nuevo es desconocido y mi cuerpo interpreta eso como amenaza.
¿Qué miedo apareció esta mañana?
Que estoy poco calificada para llevar esta organización adelante. Sí, que no tengo la experiencia o educación necesaria para desarrollar MI propia organización, la que creé yo. No tiene ningún sentido. Aún así, el miedo (el drama) aparece.
Salir del ensimismamiento
Ensimismamiento: Recogimiento en la intimidad de uno mismo, desentendido del mundo exterior.
A través de todo esto, descubro que comenzar un proceso creativo consciente nos lleva, inevitablemente, a ver con mayor claridad cómo la mayor parte de los obstáculos y dificultades que creemos que existen son creados por nosotros mismos.
Acá me parece necesario aclarar que cuando hablo de obstáculos, me refiero a creencias limitantes y las profecías que se cumplen gracias a ellas.
Si estás atravesando un período difícil con tu salud mental o experimentás dificultades económicas agudas, no estás “creándote tus propios obstáculos”.
El sistema social en el que convivimos es complejo y muchas veces injusto.
Apelo a tu criterio para diferenciar los obstáculos sistémicos de los personales y, en estos últimos, los creados por nosotros mismos.
Ahora sí, continuemos.
La forma en que crees tus propios dramas probablemente sea única a tu historia de vida. Por eso, no creo que haya una fórmula para dejar de hacerlo que nos funcione a todxs por igual.
Dicho esto, lo que me está ayudando mucho es reconectar con mi propósito mayor y salir de mí misma para recordar que en el gran esquema de las cosas, los dramas que me creo no son más importantes que el servicio que puedo, desde mi lugar, brindar a la sociedad.
No sólo eso, sino que para brindar un servicio a otrxs desde un lugar nutritivo, es necesario que cambie la creencia de que las cosas tienen que ser difíciles y que el sufrimiento es necesario para que el logro tenga valor.
Porque esa lógica del dolor y de la explotación (de nosotros mismos primero y luego de nuestros recursos naturales) nos ha llevado a una crisis profunda en nuestra salud planetaria, social, mental y espiritual.
¿En qué mundo viviríamos si creyéramos que las cosas pueden ser más fáciles? ¿Cómo se vería el trabajo en una sociedad que no excluye el juego de la vida adulta? ¿Qué realidad existiría si el placer fuese prioridad y no sólo recompensa?
Cuando recuerdo estas preguntas y mi rol en comenzar a responderlas, dejar ir el drama que me creo vale la pena y también la alegría.
Ahora que te conté mi experiencia, quiero compartirte un poco del conocimiento que cambió la manera en que veo el drama que me creo.
El verdadero significado de “problema”
Por definición, el Diseño es una disciplina proyectual de resolución creativa de problemas. Por eso, decimos que todos nuestros proyectos comienzan con un “problema” a resolver.
A raíz del tema de esta entrega, sentí curiosidad de buscar el verdadero significado de la palabra “problema”. Ya que la manera en que la entendía hasta ahora estaba cargada de connotaciones negativas. Me pregunté, ¿por qué es necesario que exista un problema para que la creación comience?
Wikipedia nos dice que el término viene del latín tardío problēma que significa “enigma o tema de debate”. También proviene del griego antiguo y significa lo mismo.
Por otro lado, la etimología de la palabra en griego antiguo está compuesta más o menos así:
El prefijo “pro” = “delante”.
El verbo “ballein” = “arrojar con fuerza”.
El sufijo “ma” = “resultado de la acción”.
¿Hay algo que les sorprende de estas definiciones?
A mí me sorprendió que el significado antiguo sea enigma porque cambió totalmente mi percepción de lo que es un problema.
Un problema es un misterio.
No sólo eso, sino que su etimología me dice que un problema es un misterio que ponemos por delante, o sea, que nos atrevemos a ver.
¿No es hermoso?
Poco tiene que ver con la narrativa que me conté durante tanto tiempo de que los problemas son una complicación que debe ser arreglada.
La resolución creativa de nuestro problemas es entonces la acción de mirar los misterios que nos importan de frente y adentrarnos en ellos para descubrirlos y entenderlos.
Sesgo de negatividad, o cómo la negatividad nos protege
En la sección del Ser te comenté que hoy entendemos que los pensamientos y hábitos negativos o no funcionales que tenemos son nuestros guardianes y protectores.
Pero… ¿Por qué? ¿Cómo funciona eso? ¿Cómo podemos integrarlo a nuestros procesos creativos?
En este video, el neurocientífico Steven Pinker explica de manera sintética qué es el sesgo de negatividad. Está en inglés, así que acá va un resumen.
Pinker habla de lo que Kahneman y Tversky llamaron “aversión a la pérdida”, lo cual significa que los seres humanos tememos más las pérdidas que lo que saboreamos o anticipamos las ganancias. Además, las críticas duelen más que lo que los elogios nos elevan. Y también tenemos mejor memoria para lo que no funcionó que para lo que salió bien.
¿Por qué sucede esto?
Se ha encontrado evidencia de que nuestra amígdala (que forma parte del sistema límbico de nuestro cerebro) es sensible a ambos estímulos positivos y negativos pero presenta una modulación relativa mayor frente a los estímulos negativos. Aunque estos tengan la misma intensidad que un estímulo positivo.
Desde un punto de vista evolutivo, se cree que el propósito de esto es ayudarnos a explorar nuestro entorno de manera segura, evitando situaciones dañinas.
Los mismos investigadores que lo proponen (Cacioppo et al. 1999), argumentan que la emociones negativas funcionan como una llamada a un reajuste mental o conductual, mientras que la información positiva indica que estamos seguros para mantener el mismo curso que estábamos siguiendo. Por ende, la información positiva genera una tendencia de acción mucho más pasiva.
¿Qué consecuencias tienen en nuestro proceso de toma de decisiones?
Cuando leo los motivos por los que existe este sesgo, más reafirmo que aquello que sentimos como “natural” u “automático” no siempre es lo mejor para nosotrxs. Por eso es tan importante ser más cautelosxs y observar con mayor atención nuestros propios pensamientos.
Conocer este sesgo nos recuerda que convivimos con la tendencia automática de pasar más tiempo examinando nuestra memorias y experiencia negativas. Por ende, esta información está más instalada y disponible en nuestra mente. Al estar más disponible, tiene más posibilidades de afectar las decisiones que tomamos en el presente y para nuestro futuro.
No sólo eso, sino que somos mucho más sensibles a los mensajes que quieran vendernos soluciones que nos prometen evadir pérdidas o dolor, más que soluciones que nos prometen crear ganancias.
Por otro lado, la psicología también sugiere que este sesgo impacta nuestra motivación: estamos más motivados a completar una tarea cuando lo hacemos para evadir una pérdida que cuando lo hacemos para crear una ganancia.
¿No podemos evitar el drama que creamos?
Aunque a primera vista pareciera no haber escapatoria, creo que el sesgo de negatividad nos aclara el entorno interno en el que operamos pero no nos limita.
El problema del drama que creamos, desde mi punto de vista, es que nos lleva a extrapolar lo negativo que hemos vivido hacia nuestro futuro. Nos lleva a crear nuestro futuro desde nuestro pasado.
Una parte de nosotros lo hace para protegernos, para hacernos creer que estamos “preparadxs”. Pero, sin darnos cuenta, lo único que hacemos es limitar nuestro campo de acción. Nos quedamos más chiquitxs, creyendo que estamos más segurxs, y luego nos preguntamos por qué todo lo que deseamos le sucede “sólo a otras personas”.
El sesgo existe para que podamos prestar mayor atención a aquello que consideramos negativo y aprendamos de ello. Para inspirarnos a modificar nuestras acciones. Pero no está ahí para darle forma a nuestras metas.
Saber que podemos contar con nosotrxs mismxs para aprender de lo que no funciona nos da la posibilidad de creer aún más que las cosas pueden ser sencillas y que el sufrimiento no es necesario. Porque pase lo que pase, aprenderemos de ello.
Ninguna creencia se transforma sin la acción.
Por eso, para finalizar esta entrega, quiero compartirte una pequeña fórmula de la neuropsicología, un ejercicio de auto-reflexión que trae tranquilidad y perspectiva, y una canción.
¿Cómo podemos instalar mayor positividad en nuestro cerebro?
En esta charla, el neuropsicólogo Dr. Rick Hanson nos explica cómo la mente puede cambiar nuestro cerebro para cambiar nuestra mente. Cómo, de esa manera, podemos contrarrestar el sesgo de negatividad que todos tenemos producto de nuestra evolución. Pueden verla con substítulos en español acá.
Es una charla preciosa y bastante corta.
Me hizo pensar en cómo el drama que nos creamos generalmente busca experiencias negativas que hemos experimentado para justificar lo que imaginamos. Una actividad que es bastante fácil si pensamos cómo esas rutas neuronales son mucho más fuertes gracias a lo rápido que absorbemos lo que sale mal en comparación a lo que sale bien.
Además, propone una inquietud: somos buenos para activar estados mentales positivos en nuestro cerebro, pero ¿somos buenos para instalarlos a largo plazo?
El doctor Hanson nos brinda una pequeña fórmula para que podamos hacerlo, momento a momento.
Nuestra zona de control
En mi experiencia, la mayoría del drama que creo en mis procesos nace de estar dirigiendo mi atención fuera de mi zona de control.
Personalmente creo que lo hago porque es más fácil preocuparme por lo que no puedo controlar que por lo que sí. Es una forma de evitar hacerme cargo (yay!).
Al mismo tiempo, también lo hago porque a veces no sé dónde comienza y dónde termina mi zona de control. Entonces todo parece tener el mismo nivel de gravedad o de influencia.
Por eso creo que este ejercicio es una gran herramienta para reescribir el drama que nos creamos. ¿En qué zona se encuentra el escenario que me imagino? ¿Tengo posibilidad de acción?
En la imagen, te comparto preguntas que pueden ayudarte a descubrirlo.
Mereces lo que sueñas
En mi proceso creativo, las canciones influencian las historias que me cuento sobre mis proyectos y sus posibilidades.
Cuando estaba escribiendo y pensando en la temática de esta entrega, recordé la frase “mereces lo que sueñas” de Biutiful de Gustavo Cerati. Porque el drama que me creo también nace de dudar si aquello que deseo realmente puedo y merezco obtenerlo de manera fácil y liviana.
Al leer la letra de la canción, me di cuenta que resume muy bien lo que exploramos en el newsletter de este mes.
Espero que la disfrutes.
Lo sencillo es una elección
Aunque el título de esta entrega nació como un chiste con un amigo, también es una decisión.
Podría haberla llamado el drama que experimentamos. De la misma manera que podría hablar del mundo que habitamos y no el que creamos.
El motivo por el cual uso verbos activos es que, para mí, la única manera de cambiar nuestras posibilidades es eligiendo nuevas acciones. Es haciéndonos cargo.
“Lo sencillo siempre está disponible, es cuestión de elegirlo”, me dijo una vez mi terapeuta.
Sencillo no significa simple o fácil. Significa preciso, esencial y claro. Y puede ser elegido.
A cada paso que damos, podemos elegir la opción más enroscada, la que requiere un esfuerzo desmedido. Podemos contarnos la historia de que para que algo tenga valor, tiene que ser difícil.
O podemos elegir lo esencial y comenzar a experimentar cómo se siente crear nuestros proyectos y nuestra vida desde el disfrute y la liviandad.
Espero que la próxima vez que tu mente comience a confabular drama, esta entrega haya instalado una pequeña duda en ti, una pequeña pregunta:
¿Por qué creo que tiene que ser difícil?
Espero que la respuesta, haga todo mucho más sencillo.
Hasta el próximo mes,
Aye.