Crear no es imponer, es responder.
Justo antes de irme de Berlín tuve una charla con “el Universo” (o Dios, o el Gran Misterio, o como prefieras llamarlo) y le hice un pedido: quiero sorprenderme.
Hola ¿cómo estás?
Yo estoy… sorprendida. Hace algunos días retorné de Barcelona, donde fui a pasar la Navidad junto a tres de mis mejores amigas y su familia, quienes me recibieron con la intención de que mis primeras fiestas lejos de Buenos Aires se sintieran cálidas y amorosas. Así lo fue.
El plan original era ir a Barna por tan sólo 3 días pero… la vida sucede. Si soy honesta, justo antes de irme de Berlín tuve una charla con “el Universo” (o Dios, o el Gran Misterio, o como prefieras llamarlo) y le hice un pedido: quiero sorprenderme.




En perfecta sincronía, Barcelona me sorprendió. Volver a ver el sol y el cielo azul me recordó lo mucho que mi cuerpo necesita sentir el placer de la luz y la brisa. Volver a ver a amigas tan cercanas después de ocho meses me hizo ver que si bien soy una persona muy curiosa y aventurera, lo familiar y profundo tiene un gran lugar en mi vida. Y el mar… bueno, digamos que mi relación con él está formalizándose y siento el llamado de tenerlo más cerca.
Por eso, extendí mi viaje. Y ahora, ya de nuevo en Berlín, volví a sacar pasajes para irme un mes a vivir a Barcelona. ¿Algo está cambiando? Algo está cambiando. ¿Me lo esperaba? No. ¿Me asusta? Un poco. ¿Me entusiasma? Muchísimo.
Las decisiones “espontáneas” que tomo en mi vida son en realidad el resultado de un trabajo interno largo y profundo que comencé hace un par de años y se centra alrededor de relacionarme con mi deseo y mi placer desde la completa disponibilidad emocional.
Tal vez lo que digo suena un poco abstracto. Por eso, voy a mostrarte un ejemplo de cómo cambió mi diálogo interno en los últimos dos años. Un diálogo que hoy me permite crear desde la respuesta y no la imposición. El tema del que hablaremos en esta entrega.
Antes, frente a mis deseos (desde el más pequeño hasta el más grande), la conversación dentro mío iba un poco así:
Aye, ¿qué necesitás? ¿En serio? ¿Te parece conveniente necesitar eso ahora? ¿Y si esperás un poco? ¿Y si ahorrás esa plata? Mirá, primero podemos armar un plan. Sí, un plan. Si seguimos los pasos de ese plan, nos podemos asegurar que no importa lo que hagamos vamos a estar bien. Si… ya sé que lo querés pero, ¿por qué no esperás un poco? No sé si es el mejor momento. Además, teníamos un plan, ¿recuerdas? Teníamos una idea. No podemos cambiarla ahora.
Agotador… ¿no? Así viví por muchos años. En constante discusión conmigo y con la vida. Con mis impulsos y mis deseos.
Ahora, mi diálogo interno comenzó a escucharse así:
Aye, ¿qué necesitás? Bueno, vamos por eso. ¿Es inconveniente? No importa. ¿Cambia tus planes? Enhorabuena. ¿Te da miedo equivocarte? Sí, lo sé, es normal. Pero yo te cuido, pase lo que pase, vamos a estar bien. Te lo prometo.
Esta segunda charla es, en mi opinión, muchísimo más creativa. Me habilita la improvisación, la generación de nuevas oportunidades y la experimentación continua en mis procesos vitales y profesionales.
Principalmente, esta charla me permite abandonar la creación como imposición de mis ideas sobre el mundo y comenzar a crear como respuesta consciente a lo que acontece.
De eso quiero hablarte en esta entrega.
Cambia, todo cambia
Como notarás, el newsletter este año cambiará un poco, también en respuesta a lo que percibo que yo necesito como creadora y lo que considero que te aportará mayor valor.
Decidí dejar de dividirlo en “Ser, Comprender y Actuar”, los tres niveles que utilizo en los servicios de EMQC, para transformarlo en un formato más de ensayo libre.
En el 2025, quiero que este espacio sea un poco más conciso y práctico. Un lugar donde contarte los descubrimientos que los y las emprendedoras y estudiantes con los que trabajo van teniendo en sus procesos, para que sus insights se conviertan en los insights de esta comunidad-escuela, El Mundo Que Creamos.
Dentro de esos descubrimientos, por supuesto, están los míos. Porque yo estoy aprendiendo junto a ustedes a llevar a cabo este proyecto, a inventarme mi trabajo y a crear una vida alineada y amable.
¿Empezamos?
¿Por qué imponemos?
La imposición como forma de creación deviene de la cosmovisión antropocéntrica y “de conquista” del hombre sobre la naturaleza a la cual estamos acostumbrados.
El comienzo de esta cosmovisión es generalmente atribuido a la Revolución Industrial del siglo XVIII, donde la explotación de recursos naturales, la mecanización de la producción y la alteración de nuestra percepción temporal alrededor del trabajo comenzaron a alejarnos de los ciclos naturales de la agricultura y la producción artesanal.
Siglos más adelante, en la economía del conocimiento de la cual hoy somos parte, esta visión se trasladó desde la manera en que producimos a la manera en que pensamos. La innovación “disruptiva” es vista como la meca en el mundo de los negocios, con cientos de corporaciones participando en la carrera por ser “el próximo Apple” o, más recientemente, el próximo “OpenAI”.


Por más que este tipo de innovaciones nos han dado de herramientas que revolucionaron nuestra sociedad y la manera en que creamos, la idea de “disrupción” como logro mayor puede ser controversial en el contexto socio-ambiental en el que hoy estamos. No sólo eso, sino que en mi práctica como mentora, diseñadora y coach, veo día a día cómo esta noción de innovación genera una presión profunda en los creadores que acompaño.
Creer que debemos ser tocados por la varita mágica de la inspiración, tener una idea “única” y transformar la realidad desde sólo nuestro punto de vista es una carga enorme. Además, en un sistema donde la capacidad de intervención en la realidad es desigual, la creación como forma de transformación del mundo a través de la imposición nos lleva a vivir en un entorno principalmente diseñado e intervenido por el mismo tipo de personas: occidentales, del Norte Global y, generalmente, hombres blancos.
Esta mezcla de presión y desigualdad genera una parálisis en las personas que quieren dar alas a sus ideas. Sobre todo si esas personas no forman parte de grupos privilegiados.
Esto lo noté el otro día mientras charlaba con una de mis estudiantes de diseño de China. Ella me comentaba que temía el momento de ideación porque no creía en su capacidad para “pensar buenas ideas” que “rompan con lo establecido”.
A través del diálogo, le comenté que ella no debía romper nada. La investigación cualitativa que habíamos hecho en la etapa anterior del proceso de diseño nos brindó suficientes datos como para poder interpretar y percibir lo que el contexto necesitaba. ¿Qué patrones emergen de lo que aprendiste? ¿Qué ideas aparecen a partir de esos patrones?
De esta manera, la creación se vuelve una respuesta a lo que experimentamos. Una posición epistemológica donde el saber experiencial nutre nuestras decisiones en una danza equilibrada y natural con lo que acontece.
La alternativa de la respuesta
No sé ustedes pero yo estoy cansada de sentir que para tener buenas ideas y crear algo valioso tengo que imponer mis planes sobre el mundo y conquistar la realidad. Ese tipo de pensamiento me hace rígida, intransigente y francamente, me aburre.
Volviendo a mi experiencia personal, el camino que estoy llevando a cabo como fundadora de El Mundo que Creamos e inmigrante está enseñándome muchísimo sobre este tema.
Porque a decir verdad, en esta espiral de crecimiento, me sigo encontrando una y otra vez en el mismo escenario: intentando imponer mis planes de “cómo deberían ser las cosas” y resistiendo al flujo misterioso de la vida.
La necesidad de hacerlo, en mi caso, surge del miedo. Porque en el fondo, el impulso de controlar es eso, es miedo.


Florence Given, en su libro “Women Living Deliciously”, explica muy bien cómo controlamos lo que sentimos que es una amenaza, poniendo como ejemplo el control que los hombres han ejercido sobre las mujeres históricamente:
"Cuando se trata del 'por qué' queremos que las mujeres se hagan más pequeñas, a menudo me he preguntado si gran parte de la misoginia de los hombres está impulsada por una envidia inconsciente. Un deseo subconsciente y reprimido de ser emocionales, expresivos y vulnerables ellos mismos. Porque aquí está la cuestión: no sentís la necesidad de controlar algo a menos que sea una amenaza. (...) Las mujeres necesitan ser 'controladas' y persuadidas para ser versiones más pequeñas de nosotras mismas porque nuestra naturaleza es florecer, expandirnos y crear, y esa es una realidad aterradora de enfrentar para quienes prefieren mantener esas partes de sí mismos ocultas.”
Lo mismo podemos decir de nuestra necesidad de controlar a la naturaleza, a los animales, a nosotros mismos y a nuestras ideas. Nos aterra dejar que la vida nos sorprenda, lance nuestros planes por el aire y nos cambie el camino que teníamos pensado. Preferimos mantenernos inmóviles en nuestras decisiones pasadas, con nuestro ego al volante.
Así nos vamos volviendo rígidos, esforzándonos continuamente a tener “ideas originales” y “ser exitosos” con nuestros planes, aunque el precio sea cerrar nuestros corazones a la vida.
Luego nos preguntamos por qué no tenemos inspiración, por qué no podemos crear nuestro proyecto, por qué no avanzamos.
Por eso, porque quiero que puedas avanzar y lograr todo, absolutamente todo lo que sueñes, la alternativa de crear desde el responder a lo que acontece es el camino que te ofrezco. Porque respondemos con el corazón e imponemos con la mente. El corazón sabe cuál es el camino.
¿Cómo se ve en la práctica?
Todo muy lindo pero, ¿cómo se ve esto en la práctica creativa? Ya sea que estás transitando un proceso de diseño, desarrollando un proyecto o construyendo tu emprendimiento, entrenar la habilidad de responder está a tu alcance todos los días.
En primer lugar, sólo podemos responder a lo que experimentamos. Por eso, la única manera de que tus “a-ha moments” sucedan en consecuencia de lo que necesita tu entorno es si te involucrás en tu entorno.
Dicho en criollo, no vas a tener buenas ideas sentado/a en tu escritorio y aislado/a de los otros.
Por eso:
👉🏻 Si estás creando un producto o servicio, tu cuerpo necesita pasar tiempo en el entorno de tu audiencia y usuarios. Necesita encontrarse con ellos, conversar, escucharlos. Para eso utilizamos técnicas de investigación cualitativa, que nos permiten sumergirnos en el universo del otro con las herramientas necesarias para interpretarlo y encontrar su significado.
👉🏻 Si estás liderando un equipo, la forma de resolver los desafíos que aparezcan es generando espacios intencionales de conversación y convivencia. No, no hablo sólo de “team building”. Hablo de la creación de espacios seguros donde podamos comenzar a sentir lo que está sucediendo en la tela social que formamos. Es un proceso más “lento” e “improductivo”, pero muchísimo más rico. Para eso utilizamos workshops, tecnologías sociales o retiros. Para este caso, la Teoría U es muy funcional. La misma es una práctica de liderazgo y co-creación que tiene como enfoque lo que Otto Scharmer llamó “presencing”, lo cual es entrenarnos a presenciar y sentir el futuro mientras emerge.
👉🏻 Si estás trabajando en la creación de un proyecto personal y de una vida auténtica y creativa, necesitás construir estructuras internas y personales que te sostengan porque vas a tener que salir a experimentar MUCHO. Viajar, conocer diferentes tipos de personas, probar experiencias, equivocarte, cambiar de opinión, probar diferentes trabajos, ciudades y caminos. Cuando me refiero a estructuras internas y personales, me refiero a: espacios de terapia, comunidad y amistades, orden financiero y narrativa interior, entre muchas otras cosas. Este es tal vez el proceso más artesanal de todos. Su artesanía requiere de paciencia, ya que los tiempos naturales de nuestro Ser no son lineales o expeditivos.
En todos estos casos, es fundamental que dejemos de lado nuestro “ego” y cultivemos la apertura a lo inesperado. Tal vez nuestra audiencia y usuarios necesitan algo muy diferente a lo que nosotros creíamos, lo que nos hace descubrir una idea de producto y servicio previamente inimaginable. Tal vez el problema que hay en nuestro equipo no es aquel que nosotros creíamos, tal vez la oportunidad reside en otro lado. Tal vez la vida más auténtica y placentera no es esa que teníamos en nuestra mente y en nuestro plan. Tal vez no somos quiénes pensábamos que éramos sino mucho, mucho más que eso.

Algunas “instrucciones”
Aunque trabajo como diseñadora y creativa hace más de siete años y he empleado estas técnicas de “responder” y no “imponer” en todos los proyectos en los que he participado, recién ahora es que empiezo a comprender qué significa esto para la forma en que elijo vivir mi vida.
Hace algunos días, antes de irme a dormir, sentí el impulso de anotar un set de “instrucciones” que aparecieron en mí, como prácticas diarias que me recuerden que en esta vida me toca responder, no imponer. Estas son:
Mantené tu energía centrada en vos y en tus necesidades.
Me di cuenta que mientras más cuido de mis necesidades, respondiendo a ellas con cuidado y atención, más abierta estoy a la vida y lo que sucede. Más alegre, más disponible y más creativa. Esto no significa que no puedo cuidar de otros, todo lo contrario. Si mantengo mi energía protegida, mejor puedo ser servicio y refugio para las personas que quiero.
Algunas preguntas que pueden ayudarte a reflexionar sobre esto son:
→ ¿Cuáles son mis necesidades físicas, emocionales, sociales y materiales básicas? (Aquellas que sostienen mi acción y mi bienestar).
→ ¿De qué manera cuido mis necesidades? ¿Qué lugar les doy en mi día a día y en mis relaciones?
→ ¿Qué prácticas diarias pueden ayudarme a mantener mis necesidades en el centro de mis decisiones?
Sentí y escuchá a tu corazón y a tu cuerpo, ellos siempre saben.
Soy muy curiosa y mi mente va muy rápido. Estoy continuamente analizando patrones, tonos de voz, señales y situaciones. Tengo nuevas ideas casi que todos los días y, por suerte, tengo la oportunidad de ejecutarlas todas si así lo quisiera. Por eso, porque conozco muy bien lo que es vivir siendo dirigida por mi mente, es que hace tiempo que comencé a aprender cómo sentir a mi corazón y a mi cuerpo. Ellos nunca se han equivocado. La última experiencia que tuve con esto fue en Barcelona. Estaba corriendo por la playa, con el sol en la cara. Miré el mar y lo supe: “necesito esto y necesito ser libre.” Ser libre, en este momento de mi vida, significa poder decidir dónde quiero quedarme y no encerrarme en una ciudad o un plan porque “es lo que dije que iba a hacer.” En la orilla de esa playa, mi cuerpo vibró y mi corazón habló a viva voz. Ya estoy actuando en consecuencia.
Algunas preguntas que pueden ayudarte a reflexionar sobre esto son:
→ ¿Qué prácticas físicas me permiten mejorar la relación con mi cuerpo y ampliar su sensación de seguridad?
→ ¿Cómo se siente cuando “mi cuerpo” habla? ¿Cómo se siente cuando “mi corazón habla”?
→ ¿Qué situaciones, personas o acciones me alejan de mi cuerpo y mi corazón? ¿Cómo lo sé?
Confiá en el poder mágico del silencio. Es desde el vacío que nacen todos los potenciales.
Muchas veces he impuesto mi forma de ver y hacer las cosas porque, frente al vacío y el silencio de lo indefinido, prefiero el control de los planes. Esa estrategia nunca me funcionó muy bien. Por primera vez, estoy aprendiendo a dejar que el silencio sea silencio. Estoy aprendiendo a saborearlo, a dejar que me atraviese el cuerpo. Estoy aprendiendo a mirar los monstruos que aparecen en ese interín de incertidumbre y pura potencialidad. Cuando menos lo espero (y cada vez más rápido) la respuesta aparece y la nueva forma se cristaliza. Se materializa la idea y el deseo, a veces como lo esperaba y a veces de maneras totalmente sorprendentes (pero no por eso menos geniales).
Algunas preguntas que pueden ayudarte a reflexionar sobre esto son:
→ ¿Qué pensamientos y narrativa aparecen en el silencio? ¿Cómo me hacen sentir?
→ ¿Qué rol tiene el silencio en mi práctica creativa? ¿En mis relaciones? ¿Qué rol tuvo en mis experiencias más tempranas?
→ ¿Qué evidencia (momentos, experiencias, recuerdos) tengo sobre el poder del silencio? ¿En qué momentos permití que le silencio diera forma a una “solución” y resulté exitosa/o?
Abrite a recibir mensajes, preguntas y oportunidades. Creá en consecuencia.
Todo esto (mantener la energía centrada en nosotros, escuchar a nuestro cuerpo y corazón y confiar en el silencio) confluye en el estado creativo por excelencia: ser canales abiertos. Para mí, es la manera más deliciosa de vivir. Me permite sentir mi entorno, percibir a las personas alrededor mío, dar y recibir amor en abundancia, encontrar señales en el día a día y divertirme un montón. Ya no me preocupo por “tener la idea más original”, “tener razón” o “ser exitosa”. Sólo me interesa responder a lo que siento que el mundo alrededor mío necesita, con mi forma única e irrepetible. La vida me lo retribuye cada día a través de señales y mensajes.
El último que recibí fue totalmente extraordinario.
El 31 de Diciembre, en el aeropuerto de Barcelona, hablé con dos amigas. Una de ellas me habló de la elección entre confiar o desconfiar de la vida. “Pastilla roja o pastilla azul” me dijo. Con otra amiga, charlé sobre cómo “el viaje me había desconfigurado la Matrix.”
A la noche, en la rave a la que fui a festejar en Berlín, de repente abrí mis ojos y tenía bailando en frente mío a Lana Wachowski, escritora y directora de Matrix. Luego de comprender lo que estaba sucediendo, con timidez toqué su hombro. La miré a los ojos y le agradecí por su trabajo, el cual ha tenido un impacto enorme en mi camino creativo y espiritual. Ella se sonrío y emocionó, me abrazó fuerte y me dijo “feliz año nuevo.”
¿No es totalmente surrealista y mágico?
Como en toda buena conversación, cuando escucho a la vida y le respondo, ella me responde a mí. Me recuerda que no tengo que crear mis proyectos, mis relaciones y mi realidad yo sola. Con sus mensajes, me dice que estoy siendo sostenida y guiada. Que todos lo estamos. Nuestro trabajo, entonces, es mantenernos disponibles y abiertos para escuchar y responder en consecuencia.
Gracias por estar ahí.
Hasta el próximo mes,
Aye